Dueña de un oído finísimo, heredado de una musicalidad genética que cobraba fuerza ambiental en cada nuevo miembro de una familia muy unida, Patricia (González) cree en el privilegio de su voz y en su profesionalismo. Al fin y al cabo, son el resultado de un don natural y de su disciplina para cantar con una voz que conmueve y despierta el romanticismo de todos los que lo llevan adormecido y se convierten en adoradores de una voz que no cambia y que cada año parece más pura.
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